Capítulo 10 “Mil y una razones”
El desencuentro es una tónica natural en nuestras vidas. Es tanto ese
desencuentro que a veces tenemos hasta encontronazos. Es algo normal y
característico del ser humano. Podemos tenerlos con nuestros familiares,
amigos, pareja, compañeros… y claro, incluso con el Voleibol. Y es en esos
momentos cuando te comportas como un auténtico caprichoso despechado, pero al
reflexionar te das cuenta verdaderamente que este deporte pocas veces se
equivoca y siempre suele llevar la razón, así que no hay más remedio que acabar
por pedirle perdón.
Esas disputas vienen en aquellos días donde fallas el punto decisivo,
o cuando no eres capaz de sacar ni una vez bien o las recepciones son pésimas y
claro, se te va minando la moral. Únicamente tienes ganas de meterte debajo de
las sábanas y esperar que pase el día cuanto más rápido mejor. Pero yo no
contaba con que poco a poco el Volley había empezado a formar parte de mí y
como a los familiares y a los buenos amigos, nunca puedes darle de lado. Es en
los malos momentos cuando percibes realmente que el equipo te respalda y que
aunque este deporte te dé 1000 dolorosos guantazos, siempre encuentras 1001
razones para ponerte las rodilleras y seguir jugando. La mayoría de las personas no llevamos bien
que nos digan qué hemos hecho mal o qué hemos dejado de hacer bien. Tenemos una
capacidad innata de cerrar los oídos herméticamente hacia las críticas, aunque
sean constructivas, para sólo dejar paso a los halagos y alabanzas (a quién no
le gusta que le reconozcan su trabajo, por pequeño que sea). Y lo que es peor,
transformar los errores de uno mismo en algo colectivo, intentando justificarse
mediante escusas convincentes a sus propios oídos, pero inverosímiles para los
del resto. Creo que una de las mejores cosas que me ha aportado el Volley ha
sido darme cuenta de qué he hecho mal. Evidentemente hay cosas que escapan de
mi alcance, pero tengo la fortuna de contar con una familia, un equipo, que
está ahí para que eso no suceda, resaltando como no, a la que es una de las
cabezas más visibles dentro de éste, el Míster.
Como ya he hablado en otras ocasiones, es importante conocer y
reconocer los errores cometidos, pero no debemos estancarnos en éstos. Hay que
analizar por qué he sacado mal, por qué he rematado a la red o por qué mi
recepción salió hacia atrás. Importante es escuchar a los compañeros y al
Míster, que luchan como tú por el bien colectivo del equipo y es normal que prioricen
sobre tu bienestar porque repercutirá positivamente en el juego. Y sobre todo
es primordial saber que la próxima vez lo harás bien, no se puede asegurar que
sea dentro de 5 minutos, 5 días o 5 meses, pero se consciente y estate seguro
de que lo harás. Nunca dejes de creer en ti y en tus posibilidades, ya que son
infinitas. Recuerda sobre todas las cosas que el rival más duro con el que te
vas a enfrentar no es el campeón vigente de la liga, o el equipo que se
encuentra invicto durante varias jornadas, no hay un enemigo más difícil de
superar que uno mismo.
Así que hay que ser conscientes y asumir que equivocarse y tener un
mal día es una opción más dentro del Volley en particular y de la vida en
general. Lo malo no es que te equivoques o falles, errar es de humanos. Lo
verdaderamente inquietante es no darte cuenta de tus propios fallos.
Continuará…
Capítulo 9 “Obligatorio para todos los públicos”
En la caja donde viene envuelto el juego del Volley debería advertir:
“obligatorio para todos los públicos”. Y es que es verdad que el gusanillo
hacia algo no te pica, si no pruebas aunque sea una pequeña dosis de aquello a
lo que acabarás enganchado. Y es por eso que el Voleibol debería ser algo así
como una asignatura, la cual si no apruebas no pasas de curso. Aunque más que
aprobar, se debería usar el término probar. El médico debería recetarlo para
cualquier dolencia e incluso pasarlo por la Seguridad Social. Creo que todos
aquellos que practicáis este deporte coincidiréis conmigo en que no hay nada
más satisfactorio que llegar a casa después de un provechoso y completo
entrenamiento, bueno sí… un provechoso y completo partido.
Que el Volley no sea, desgraciadamente, un deporte lo suficientemente
reconocido a nivel nacional, no debe influir negativamente en los que lo
amamos. Es el momento de reivindicar y gritar el por qué elegimos este deporte.
Dar la oportunidad a niños, niñas, hombres y mujeres a que lo conozcan por boca
de los que lo practicamos. Deberíamos ser como los abuelos, orgullosos siempre
de sus nietos, alabando y comentando con todo el mundo las hazañas y logros de
este deporte. Hay que cruzar el puente y pasar de llenar la vida de Voleibol a
llenar el Voleibol de vida.
Como novato que soy, puedo y debo aconsejar a todos aquellos que
necesiten un pequeño empujoncito en su existencia que sin dudarlo cojan una
pelota, una red y prueben. El resto viene solo. No existe el “soy demasiado
mayor” o “muy pequeño”, no hay edad, sólo hay que tener ganas de superarse a sí
mismo y siempre dispuesto a aprender. Creo sinceramente que la finalidad no es
ser el mejor jugador de Volley de la historia, si no ser una mejor persona. Entiendo
que la diferencia con otros deportes es que no sólo se crean jugadores, si no
que se hacen personas, con aptitudes y actitudes: físicas, mentales, sociales y
humanas. La familia es la familia, como diría don Vito Corleone, y la familia
es Tomares.
Es evidente que no se nace sabiendo darle de antebrazos a una pelota o
rematando con una batida todopoderosa. Es más, puede ser que se lleve ya cierto
tiempo y aún no consigas contactar con la pelota de la forma correcta, o
llegues a casa lleno de moratones y quemaduras. Pero es en estos momentos
cuando se debe sacar el espíritu deportivo, apelar a la heroica y no flaquear,
volviendo a intentarlo con más ganas si cabe la próxima vez. Y todo esto debe
ser extrapolable al día a día, que las vivencias deportivas deben servir para
superar personalmente cualquier otro obstáculo que la vida ponga en tu camino.
No hay una red lo suficientemente alta, si no una batida mal ejecutada. Y si no
sale… siempre nos quedará la pared.
Así que lo único que se necesita para practicar este deporte es tener
ganas y motivos para creer y querer… Si quieres, puedes.
Continuará…
Capítulo 8 “Posición de novato”
La complejidad a la hora de
practicar el Voleibol para un novato como yo, no tiene límites. Se podría
pensar que una vez ya había debutado, todo sería más fácil, que este deporte ya
no tenía secretos para mí. Pero nada más alejado de la realidad. Las posiciones
de los jugadores de Volley me las han podido explicar de mil maneras diferentes
y hoy día aún me sigue costando quedarme con la copla. Quizás el problema venga
por mi parte, que cual papagayo intentaba aprendérmelas de memoria, cosa
complicada, debido a las distintas posiciones de ataque y defensa que un mismo
jugador debe tomar según donde caiga en la rotación. En mi corta carrera (si se
puede llamar así) he “intentado” jugar en casi todos los lugares donde el
míster ha considerado, pasando claro está por el banquillo. A continuación voy
a detallar, según mi inexperta visión, lo que suponen estas diferentes
posiciones:
- Central: Juegan dos por equipo, su posición de ataque es en 3 y la de defensa en 5. Son unos tíos altos, con una capacidad sobrehumana para poner gorros. Puede ser la posición más complicada en la que he intentado jugar, no sólo porque se te ponen las piernas a tope de saltar, sino además porque para entrar al remate tras recibir el saque, me pusiera donde me pusiera siempre tenía la sensación de estar estorbando.
- Líbero: Esto puede ser complicado de entender, pero lo es muchísimo más de explicar. Este jugador sería algo así como una figura defensiva del equipo, el receptor por antonomasia, con brazos de acero para recibirlo todo. Defiende en 5, pero nunca pasa por las posiciones de ataque. Y diréis que cómo va a defender en el mismo lugar del central, pues porque justo cuando alguno de éstos pasa a defender, es el líbero quien hace sus tres rotaciones atrás. Por lo que central y líbero deben ir en diagonal.
- Colocador: Se podría decir que no colocador, no party. Es la pieza clave, el que se encarga de distribuir el juego y como su propio nombre indica colocar balones al resto. Hace algunos gestos con los dedos que sigo sin identificar: que si tensa, que si corta, que si alta, que si pipe… No sé cómo pueden tener tanta capacidad para poner la bola justo en el sitio y ¡sin hacer dobles!
- Opuesto: se llama así porque es el jugador que va en diagonal con el colocador, su opuesto. Ataca por 2 y defiende en 1. Una característica de este jugador es que en la recepción del equipo contrario no coge campo, es el jugador aventajado en ese aspecto. Altos y con gran capacidad de salto, para ayudar tanto en la labor de bloqueo, como en el ataque.
- Cuatro: Juegan dos por equipo, que se colocan de forma diagonal entre sí. Atacan por 4 y defienden en 6. Tienen que tener una capacidad innata para defender y atacar, en ellos se basa gran parte de la ofensiva del equipo. Como los opuestos, una buena batida y una ejecución certera en el remate es punto casi asegurado. Lo más lioso es si se trata de un cuatro R1 o R2, porque resulta que a veces se permuta con el opuesto y ataca por 2, ¡lo que me faltaba ya!
En resumen, todas las posiciones
tienen sus dificultades, sus ventajas e inconvenientes, pero cada una de ellas
es indispensable para que el equipo salga adelante. Y lo más importante, cosa
tenemos en Mascareta, formamos una gran familia que vamos todos a una, y eso…
se nota.
Continuará…
Capítulo 7 “El pellizquito”
Si os
preguntaran qué viajes o lugares han marcado tu vida, seguramente no sabríais,
cómo yo, por dónde empezar. Quizás si hiciéramos un poco de memoria pensaríamos
en países extranjeros o viajes exóticos que han marcado una etapa de nuestra
existencia o simplemente la escapada de un par de días, a un sitio no tan
lejano, que hiciste con tu familia, tus amigos, tu pareja…
Yo, tras
meditarlo mucho y hacer que se proyectaran los recuerdos en mi mente como si se
tratase de una de esas películas que las podrías ver 1000 veces, pero que te da
pereza ponerla por no empezar a buscar dónde se esconde el dichoso DVD, me
quedo con un pódium de viajes, personas y momentos vividos. En este “hall de la
fama” creado por mi mente se encuentra sin lugar a duda una ciudad, que la
verdad no sé si será la más bonita, la más lujosa, la más divertida o todo lo
contrario, pero para mí fue el sitio dónde empecé a disfrutar a tope de mi
familia deportiva, y por supuesto fue el lugar en el cual debuté oficialmente
en competición con mi equipo. Hablo, por lo tanto de Marbella.
Digamos que
eso es un torneo de Volley, pero a lo bestia, donde se reúnen en el mismo lugar
equipos de todas las categorías y lugares. En el cual en un único fin de semana
se tiene que dilucidar quiénes serán los campeones. La fecha no se me olvidará, del viernes 12 de
abril al domingo 14 del mismo mes. Fueron unos días de convivencia plena con mi
familia tomareña, conociéndolos también en otros aspectos que no implicaban
estrictamente lo deportivo, donde hubo risas, anécdotas, charlas, fiesta y
mucho Voleibol. Si nos centramos en el juego, mi debut fue el sábado 13, la
verdad que no creía ciertamente que el Míster me sacaría a la cancha.
Mentalmente me encontraba preparado, nervioso por supuesto, pero respaldado por
todos los miembros de mi equipo, por lo que me sentía seguro. Y allí estaba yo
con mi dórsal 18 a
la espalda, rodeado de jugadores de Voleibol de todas las edades posibles,
dispuesto a zambullirme de lleno en todo lo que supone este deporte. Aún
recuerdo las palabras del míster, las que hicieron que se me cogiera ese
pellizquito en el estómago: - Ve calentando que vas a salir-. Y pum, acto
seguido todo lo que había entrenado hasta ese mismo día se me había olvidado,
mente en blanco. El culmen fue cuando volvió a acercarse para decirme en qué
posición iba a jugar: -Entras por el de cuatro, es decir atacas por cuatro y
defiendes en seis, fíjate en él-. Ahí fue ya el top del nerviosismo, el
pellizco en el estómago se transformó en tortura china, pero allí estaba yo
dispuesto a darlo todo en la pista. El marcador jugaba a mi favor, íbamos
ganando de forma considerable, y el equipo estaba haciendo las cosas muy bien.
Detrás de mí alguien dijo mi nombre, era el míster que me hacía señas: -Entras
por el dórsal 3, avisa al árbitro en cuanto se pare el juego para que pueda
hacer el cambio…- y eso hice, los nervios estaban ahí, pero miraba dentro y
fuera del campo y ahí estaba toda mi familia, dándome ánimos. Siempre me
faltarán palabras para agradecerles lo que han hecho en todo momento,
mostrándome su eterno apoyo pacientemente. Y entré en la pista… como no podía
ser de otra forma, el debut empezaba exigiéndome un saque, entré en el momento
de sacar, así que imaginaos… la cancha se me hizo inmensa y la red parecía
infranqueable. En mi cabeza sólo pensaba, por dios que entre la pelotita. El
árbitro pitó y no sé con qué parte de la mano le di al balón que por poco mato
a dos del público, saque nefasto, pero aun así estaba contento. El partido se
ganó finalmente, en la rotación pude incluso jugar delante, atacando.
Evidentemente no metí ni un punto, pero para mí eso era lo de menos, allí
estaba mi gente, mi equipo, mi familia, felicitándome por el debut.
Continuará…
Capítulo 6 “Amor al primer set”
Para ser cocinero, no sólo se requiere saber cocinar y combinar los
ingredientes; para ser actor no se necesita únicamente saber interpretar; o
también para ser médico no sólo se debe saber de síntomas y diagnósticos. Para
todas las profesiones o cargos a desempeñar, se necesita un mix de aptitudes, cualidades y actitudes
para poder desenvolverse con soltura a la hora de conseguir la meta final. Pues
bien, para el Voleibol es igual, no sólo hace falta saber saltar, rematar y
colocarse (aunque es evidente que es una parte importante), también hace falta
reunir una serie de requisitos.
Es evidente, que físicamente se deben tener una serie de aptitudes, o
en su defecto intentar adquirirlas aunque sea en menor medida que el resto de
mis compañeros. Y una de las formas más difíciles y sufridas para conseguirlas
son los circuitos. Así dicho parece que todo es velocidad y disfrute en el
circuito de Jerez o de Montmeló, pero no… circuitos de pesas y de pliometría
(me ha costado meses aprenderme la palabrita). La primera vez que me enfrenté a
las pesas, pues como en todo, empecé a imitar
y a seguir lo que hacían mis compañeros, pero claro a la hora de la verdad…
¡aún me duelen las piernas, los brazos, los hombros, los bíceps, los tríceps,
los cuádriceps, los isquios, los gemelos, las cejas y las pestañas!, no sabía
que podían existir tantos aparatos distintos. Con respecto al otro tipo de
circuito, aunque sé de sobra que el míster los hace por nuestro bien para que
mejoremos y rindamos más en el campo, creo que no hay nada más parecido a la
tortura china que haya conocido. Con la pliometría se busca potenciar el salto,
pero lo que verdaderamente se potencia son las agujetas que duran más tiempo
que una mañana de Lunes, ¡horrorosas!
Como hemos dicho, no sólo de aptitudes vive el voleibolero o
voleibolera, también se deben tener actitudes. Ante todo hay que ser una
persona con una mentalidad ambiciosa. Tener ganas de aprender, escuchando
consejos y asimilando críticas, y siempre mirando hacia arriba. No importa la
edad que tengas, siempre hay que ir con pasos cortos, pero firmes, sin perder
de vista la cima de la montaña. Es
obvio, que al ser un deporte, como en cualquier otra actividad, se puede fallar
o tener un mal día, como cuando en un entrenamiento no eres capaz de recibir ni
un balón en condiciones, o no rematas dentro del campo contrario, o no puedes
superar la red con tus saques en todo el partido… pero para estos casos hay que
tener una personalidad positiva y aprender de esos errores, intentando así que
ocurran con menos frecuencia y por supuesto no decaer bajo ningún concepto. Lo
más indiscutible es que ante todo te debe gustar el deporte en general y en
especial el Voleibol. Claro está que el amor es algo que se adquiere, no naces
por lo general amando a alguien o a algo, si no que con el roce y el trato
diario se empieza a querer y por qué no a amar, y eso básicamente es lo que me
pasó a mí con el Volley. Fue un flechazo a primera vista, sólo necesito de un
set, una red, un balón y unas cuantas líneas pintadas en el suelo para saber
que me gustaba, aunque como es caprichoso no me encariñé del todo con él hasta
que lo conocí bien. Y con sus pros y sus contras puedo afirmar sin duda alguna
que estoy enamorado del Voleibol y
espero que está relación prospere a lo largo del tiempo.
Continuará…
Capítulo 5 “Aprendiendo a volar”
En el poco tiempo que llevo metido en el mundo del Voleibol, me he
percatado que aparte de ser un deporte exigente, dinámico y competitivo; te
insta a tener una serie de cualidades y aptitudes para poder practicarlo, y que
si no se poseen, como es en mi caso, hay que intentar por todos los medios
adquirir aunque sea un mínimo porcentaje de éstas.
Queda claro que para ser jugador de Volley el primer paso que hay que
asumir, como diría un buen amigo mío, es parecerlo. Bueno, la verdad que yo no
tengo aún muy claro si mi mimetismo con el resto de mis compañeros de equipo es
el más adecuado. Ya disponía de mi propia equipación y la guinda del pastel fue
la adquisición de mis propias rodilleras… ¡qué sensación tan rara la primera
vez que me las puse! Era como si de repente me hubiese olvidado de andar, ya
que mis rodillas se doblaban menos que las patas de una mesa, ciertamente
parecían piernas de madera. El siguiente paso a seguir es el de saber por lo
menos pasar la pelota hacia el otro campo y a poder ser por encima de la red.
En mi caso se hace lo que se puede, con la infinita paciencia para aguantarme
de mis compañeros, poco a poco voy pasando más balones al campo contrario y
cada vez más por encima de la red.
Quizás el tercer paso a adquirir es el que más me sorprendió y el más
difícil de aprender. Desde fuera se ve como algo sencillo que en una tarde estaría
dominado. Esta importante cualidad no es otra que el arte de volar. Sí, habéis leído
bien… volar. Para poder rematar un balón hay que hacer la batida, ese gesto que
a priori y por la tele parecía natural y de una dificultad no muy alta. Digamos
que esto es algo así como correr para coger impulso, saltar, mantenerse en el
aire sin tener alas, de ahí la dificultad, y golpear la pelota. Y además hacer
todo esto en continuo, no sé cómo lo voy a hacer pero ahí que me planto... Mi
batida parecía más bien a cámara lenta, y no sólo eso, si no que en
innumerables ocasiones mis piernas se han liado entre sí, como si fuesen dos
auriculares que se acaban de sacar de la mochila, y “PUM” me daba de bruces
contra el suelo. Empezamos bien… esto duele y encima ni siquiera he conseguido
despegar los pies 3 cm de la pista. Otro de los grandes problemas para mí es el
calcular cuándo saltar… y nada de usar calculadora, ecuaciones de segundo grado
con derivadas e integrales… no, todo a ojo. Creo que en los primeros meses no
conseguí saltar en el momento justo, la mayor parte de las veces lo hacía muy
precipitadamente e iba cayendo justo cuando el balón pasaba por encima de mí y
por mucho que moviera los brazos cual gorrión, no conseguía mantenerme en el
aire y evidentemente no remataba la bola. Y esto no es todo, por si fuera poco
hay que saltar con un brazo preparado para el remate y el otro estirado para
mantener el equilibrio y dirigir el disparo. Bueno, pues otra variable más que hay que introducir a la hora de realizar los cálculos…
entre eso y que no llegaba al balón, pensé seriamente si alistarme en la
academia de paracaidistas para ver si así al menos saltaba algo.
Y así es, a día de hoy sigo persistentemente ensayando la batida, con
más o menos éxito. El tiempo dirá si volando voy o volando vengo.
Continuará…
Capítulo 4 “18”
De todo lo vivido durante este período en el equipo, lo que más me
impactó, y aún sigue siendo evidente, fue la aceptación de los compañeros y
compañeras de todos los escalafones de Tomares.
Es difícil llegar a un equipo,
sin tener apenas idea de cómo se practica el Voleibol y que te arropen de la
manera que a mí se me hizo. Al principio, estaba yo… digámoslo algo más alejado
del resto, tocando con la pared, sin apenas intervenir en el entrenamiento de
los demás. Pero conforme iba pasando el
tiempo me fui adentrando más y más en la dinámica de los compañeros, claro está
que con una falta técnica, calidad, capacidad física y un sinfín de aptitudes
más… digamos que me sentía algo así como la cría de gacela africana recién
nacida, que aún no sabe ni ponerse en pie, y hay al acecho un sinfín de
depredadores dispuestos a hincarle el diente a una presa fácil, sólo teniendo
la ayuda y protección de su madre. Y la verdad que sí, menos mal que allí estaba
mi equipo, para protegerme, enseñarme, animarme y reprocharme cuando hacía
falta; cosa que espero tengan la suficiente paciencia de seguir haciendo.
Yo me ponía en la piel de mis compañeros de equipo y creo que no
hubiese tenido tantísima paciencia como ellos tienen conmigo. En varios
entrenamientos he sido capaz de desesperarme a mí mismo, como cuando el balón
sale tras el toque de antebrazos como si hubiese rebotado en un trozo de
gelatina, o si no cuando para el toque de dedos acababa dándole con los puños,
o cuando intento seguir las indicaciones para sacar y parezco un muñeco de
estos de piezas intercambiables bailando sevillanas… así que no logro entender
de dónde sacaban las fuerzas para no mandarme de nuevo a tocar con la pared,
pero con la de mi casa. Y supongo que quizás todo tenga que ver con lo que ya
comentamos en su día de lo que es un equipo, algo difícil de explicar y aún más
de entender, pero del que me siento tremendamente orgulloso y afortunado de
pertenecer y formar parte de él. Y no sólo puedo decirlo, también puedo
demostrarlo. Creo que mi ingreso oficial en el equipo fue cuando me dieron la
equipación de Tomares, camiseta roja y calzonas negras. Nunca me había sentido
tan orgulloso de algo, poder decir que pertenecía a un equipo de Voleibol, a mi
equipo. Nunca olvidaré ese día, y jamás olvidaré una cifra. Habrá personas que
guarden un recuerdo especial del número 18 porque alcanzaron la mayoría de
edad, otras quizás porque sea el número de la calle en donde vivan, o porque
hayan nacido el día 18 de vete a saber qué mes… yo lo recuerdo gratamente
porque es el dorsal con el que empecé a formar parte de manera oficial de una
familia amante del Voleibol.
Quizás fuese por este, no me cansaré de decirlo, gran recibimiento por
lo que mis ganas de entrenar aumentaron día a día. Cambié los ordenadores, la
tele, los videojuegos y los sofás… por macutos, rodilleras, pabellones y buena
gente. Fue un cambio drástico, del que únicamente puedo arrepentirme de todo el
tiempo que tardé en comenzar a conocer el Volley.
Continuará…
Capítulo 3 “Calentando en el laberinto”
Cara a cara con la pared pasé los
primeros meses de mi estancia en el pabellón Mascareta, intentando perfilar, no
con todo el éxito que me gustaría, cada toque de antebrazos y de dedos que mi
querida amiga me devolvía. Hasta que llegó el día, sí… podríamos decir que
llegó el día “D” y la hora “H”, cuando una tarde de entrenamiento en la que
parecía ser otra cita entre la pared, el sr. Molten y yo, se convirtió en el
inesperado debut con calentamiento y ejercicios en pista, gracias al Míster.
En la célebre película animada de
“El Rey León”, Mufasa habla con su hijo y le dice– mira Simba, toda la tierra
que baña la luz es nuestro reino…– ¡Qué clarito y qué fácil lo tenían todo!
pero estoy seguro de que eso se debe a que nunca estuvieron en una pista de
Voleibol. Si hiciéramos un símil sería
algo así como:
– mira Dani, todo lo que está pintado con una línea
roja, es la pista de Volley.
– vale… ¿y eso?
– No, eso es
la línea de la pista de baloncesto.
– ahhh, entonces todo lo que está dentro de la
línea roja, como esa blanca.
– No, eso es parte del campo de futbito y antes de
que preguntes más esa otra es para bádminton…
Líneas y más líneas de todos los colores que se puedan imaginar, como
si de un cuadro de Picasso se tratase, eran las encargadas de recordarme que
los comienzos nunca son fáciles, y menos cuando se parte de cero en algo que
mantenía olvidado desde hacía más años de los que me hubiese gustado.
Así que para intentar comenzar
con buen pie en mi debut calentando con balón, utilicé la milenaria y célebre
técnica del camaleón, es decir, intentar imitar todo lo que hacían el resto de
mis compañeros; pero claro, el resultado no era el más óptimo evidentemente. Si
el calentamiento consistía en pasar el balón al compañero, en contadas
ocasiones la pelota llegaba a éste. Jamás pensé que tuviese tan poca fuerza en
los brazos, vale que el zapping que llevaba haciendo durante años no fuese bastante
ejercicio para dotarme de musculatura
suficiente para este reto... pero de ahí a no llegar al compañero, que estaba
lejos sí, pero que tampoco nos separaba el estrecho de Gibraltar. Si
cambiábamos de ejercicio, sigo sin entender como el resto del equipo era capaz
de romper la fuerza de la Gravedad haciendo botar el balón tan alto que daba con
las barras del techo del pabellón. Si por otro lado se trataba de ensayar el
remate… creo que nunca corrimos tanto, que como detrás de los balones perdidos
tras los “remates” que yo realizaba. Y finalmente tocar, pero no con la pared,
si no con un compañero, esto es algo así como subir el nivel de dificultad de
los videojuegos hasta experto, y no porque los compañeros no me devolviesen los
balones bien, si no porque yo no era capaz de mandar un balón al sitio.
De esta forma retornaron los moratones, los raspones y la depurada
técnica del “toque de pezuñas” volvía a instaurarse en mí. Haciendo además que
una simple palabra, sea capaz de erizarme los vellos… VOLEIBOL.
Continuará…
Capítulo 2 “El punto cero”
Imagino que el protagonista de
Matrix al despertar en el mundo “real”, debió sentir algo parecido a cuando
pisé, por primera vez, un campo de Voleibol. Siempre estuvo allí y nunca me había
percatado.
Todo aquello era nuevo para mí, el
inmenso pabellón Mascareta me daba la bienvenida. Como también me la fueron dando todos los
integrantes del equipo, un montón de caras nuevas que me preguntaban
intrigados: de qué equipo venía, desde cuándo llevaba practicando Voley, en qué
posición jugaba… Mi cerebro intentaba
buscar una respuesta rápida a las preguntas que me iban formulando; pero
verdaderamente lo primero que pensé fue: tierra trágame, dónde me he metido.
Pero no hizo falta indagar mucho
para saber dónde me estaba adentrando, ya que en pocos lugares me he podido
sentir mejor acogido y tratado que aquí, entre estas cuatro paredes y rodeado
de grandes personas. Nunca comprendí qué significaba verdaderamente la palabra
equipo. Si buscas en el diccionario de la R.A.E. aparecen distintas acepciones
que intentan explicarlo de forma teórica; pero es aquí donde me he dado cuenta
que todas esas definiciones no sirven si en el diccionario no se incluye una
palabra que engloba lo que es verdaderamente este equipo: FAMILIA. Somos un
todo, un grupo unido con intereses comunes, dónde cada uno es imprescindible.
Y fue gracias al acogimiento de
ésta, mi nueva familia, cuando tuve mi primer contacto con un balón de
Voleibol. Nada parecido al recuerdo lejano que tenía de aquella pelota de
gomaespuma, llena de agujeros, que me dieron en el colegio. Esto era un balón
en toda regla, duro y por qué no decirlo, doloroso. Mi primer contacto con el Sr. Molten fue algo frustrante, eso del toque de dedos… si el que le puso el
nombre a dicho movimiento levantase la cabeza y me hubiese visto, creo que lo
rebautizaría como toque de pezuñas. Y ya si hablamos del toque de antebrazos…
aún enseño con orgullo los moratones coloreados de tonos rojos y verdes, que llevo
tatuados desde las muñecas hasta los hombros.
Debido a los resultados de este
primer reencuentro con el Voley, el Míster me presentó a alguien que podría
ayudarme en esto de la iniciación en Voleibol. Es por ello que me llena de
orgullo y satisfacción presentaros a un personaje que ha sido fuente de
inspiración para mí, una compañera que siempre escuchaba y nunca daba un “no”
por respuesta (ciertamente nunca respondía nada), persistentemente ha estado
ahí y sigue estando a pesar de los múltiples pelotazos que se ha llevado… La
Pared. Si algo he aprendido durante todo este tiempo que he estado tocando con la
pared, principalmente son dos cosas: la primera es que ella nunca falla,
siempre te devuelve el balón justo cómo tú se lo pasaste, por lo que el que
debe emplearse a fondo es el que toca con ella. Y la segunda es… que por muchos
balonazos que le des, nunca se podrá ampliar el pabellón.
Y así fue como alguien ajeno a frecuentar
pabellones, sin prácticamente idea de Voleibol, empezó a formar parte de una familia
que entiende, respeta y ama este deporte.
Continuará…
Capítulo 1 “¿Voleibol?”
Dicen que el deporte es algo más que practicar una actividad
física, que es algo así como un estilo de vida. Personalmente a mí me costaba
creerlo, quizás porque nunca corrí más de lo necesario para no suspender
Educación Física en el colegio, quizás porque
estaba más cómodo en el sofá de mi casa que pasando frío en la piscina,
quizás porque era mejor jugando al fútbol en la videoconsola que en la vida
real, o quizás porque no conocía el Voleibol.
Es aquí dónde empiezo a hacer un viaje retrospectivo,
intentando recordar en qué momento de mi vida el Voley llegó a mí.
Probablemente sería en primaria, cuando en el colegio el profesor nos plantó en
el patio una red inmensa y nos dio unos cuantos balones de gomaespuma. Vale,
esto es fácil se limita a pasar la pelota por encima de la red y cada vez que
consigamos un punto hay que rotar. . . creo que lo voy pillando. Pues va a ser que
no, esto no es lo mío, no he metido la dichosa pelotita ni una vez dentro y
cada vez que voy a sacar. . . aún no consigo explicarme cómo la pelota ha terminado
embarcada en el techo del gimnasio que está justo detrás de donde yo sacaba.
¡Sí! Este es mi primer contacto con el voleibol, pero. . . no
recuerdo volver a tener un encuentro ni aunque fuese fortuito con este deporte,
hasta ya terminar la universidad ¿qué clase de brujería es esta?¿acaso he
olvidado todo lo relacionado con el Voleibol? Pues mucho me temo que no es esto
lo que ha ocurrido, más bien que el sedentarismo llegó a mi vida, las noticias
deportivas en prensa escrita, radio y televisión no se hacían eco de este
deporte y le daban más bombo a otros como tenis, baloncesto y fútbol, cayendo
el Voley a esa parte estancada de tu cerebro donde empieza a llenarse de
telarañas y es difícil, pasado el tiempo, volver a encontrar aquello que
buscas.
Y así fue, sin noticias del Voleibol hasta bien empezada la
carrera, cuando un amigo amante del deporte me dijo que practicaba Voley, pero
a nivel profesional. Lo primero que pensé fue algo así como. . . debe ser del
montón jugando al fútbol y por eso ha acabado en Voleibol, pero nada más
alejado de la realidad. Años estuvo, intentando convencerme de que fuese un día
al entrenamiento a probar o simplemente a mirar, pero el sedentarismo y el
propio desconocimiento del deporte en sí, me mantenían retenido en mi casa.
Hasta que un día, me hizo picar en el anzuelo y fui por fin a un entrenamiento.
Continuará…
Que grande eres Dani, el que prueba este deporte, hará de el su droga y su medicina, te lo ddigo por experiencia, ya toy deseando leer el próximo capítulo...Placi.
ResponderEliminarEnorme Dani!!
ResponderEliminarMuy buen post!! Me siento totalmente identificado, yo tb empecé tarde y gracias a un profesor espectacular q me enganchó!
Un abrazo crack!
Me encanta Dani! =)
ResponderEliminarMe encantaaa danii, estoy deseando leer el siguiente, es una suerte que el voley se cruce en tu vida :)
ResponderEliminarAlgun dia la pared te dara las gracias x todos esos dias de aprendizaje que estuvistes junto a ella
ResponderEliminarGente como tu nos hace grande
Chema
Muchas gracias Dani por tu colaboración!
ResponderEliminarMe alegro muchisimo que os haya gustado!!! Viva el Voleibol, Grande CV Tomares y gran Blog!!!
ResponderEliminarOhhh que bonito!!! Me alegra ver que hay gente tan buena en mi equipo. Eres un solete dani :). Sigue mejorando para que nosotros disfrutemos también contigo. ANITA (fleki)
ResponderEliminarDany, estoy deseando que llegue el capítulo de las Grandes Leyendas de la Tierra Media del voley. Que llegue ya el segundo capítulo! (He dejado de ver Breaking Bad para leerte)
ResponderEliminarDani!!!!!!!
ResponderEliminarSimplemente...ERES GRANDE!!!!
Muy bueno Dani. Yo espero el capítulo de "El bombita y otros puntos de interés de la geografía tomareña"
ResponderEliminarole dani superandote! deseando el siguiente capitulo
ResponderEliminarDani mi madre y yo estamos enganchadas y eso de tener que esperar 15 días para el siguiente capitulo nos parece mucho!! ME ENCANTA
ResponderEliminarMe alegro mucho de que os esté gustando! Así da gusto escribir!
ResponderEliminarDefinitivamente, me vas a hacer llorar. En la próxima versión de "Qué bello es vivir" aparecerá, fugazmente, un figurante tocando con la pared! Muy buena Dany!
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